Que tu presencia me acompañe siempre
domingo, 22 de febrero de 2015
¡Qué bien, no soy perfecto! Si no me equivocara jamás, tal vez no podría entender los errores que también cometen los demás, viviría juzgándolos, y me quedaría solo, porque no encontraría a nadie que me pudiera igualar.
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